Una efigie de princesa
Era el más bello lugar. Ella
conversaba y discutía con alguien, él esperaba y miraba la escena, a pesar del
esfuerzo por reconocer y descubrir con quien lo hacía no pudo, la iluminación tenue
de la luna discurría sobre la espalda de ella, dejando en la penumbra una
silueta. En la penumbra de esa esquina él pudo vislumbrar con esfuerzo que la
silueta la sujetaba, él se puso intranquilo, pero finalmente ella con un leve esfuerzo
se separó y se alejó de la silueta, se acercó a él con una leve sonrisa, con
cierto temor se fueron tomando de la mano, ellas se entrelazaban lentamente y
cada vez con más fuerza y convicción de querer estar juntas, él miraba de reojo
a la silueta que lentamente en la penumbra se deslizaba de manera desgarradora
hasta quedar tendido, él pudo sentir ese dolor y sintió pena por la silueta. Ella,
la princesa se acercó suavemente al oído de él y le dijo – eres mi príncipe- y él
fue feliz.
En ese instante, delante de ellos
se levantaba el arco de ingreso al pueblo, estaba adornada de unas efigies grandes
y raras, fijadas firmemente al piso. Estaban
también las otras, efigies más pequeñas y de formas reconocibles que, increíblemente
suspendidas giraban alrededor de las efigies monumentales. Ella lo detuvo y pregunto - ¿estás seguro? y
él asintió con un movimiento positivo de su testa, continuaron la marcha y sin
detenerse, apretaron las manos, juntaron las mejillas y sus labios casi se
rozaron.
Cruzando el arco de
entrada al pueblo, él se detuvo sin soltarla, con la otra mano quiso tocar las
efigies pequeñas que adornaban el portal y no las pudo tocar, sus manos las atravesaban
y estas desaparecían y luego de un instante volvían a aparecer, así estuvo unos
segundos, entre desconcertado y sorprendido haciendo lo mismo con las otras efigies.
Reanudo la marcha con ella, pero una sensación de intranquilidad se apoderaba
de él y lo hacía volver a mirar las efigies mientras avanzaba, esa
intranquilidad ahora se trasladaba a todo el paisaje y pensaba - ¿y si todo
este hermoso paisaje son como las efigies?, ¿Como saber que es verdad y que es
ilusión? - de repente ella lo detuvo y
lo saco de sus cavilaciones, lo miro a los ojos con ternura y lo beso, con unos
de esos besos que sabes y deseas que sean interminables, y se deshizo… desapareció.
El despertó tendido en la
penumbra y una voz interior le susurraba, siembras libertad, brindas libertad,
aunque te duela la carne y el alma, y lloro.
Rafael Virhuez Riveros
Actor
23 de marzo 2018
Nota: la imagen corresponde al paisajista francés Jean Marc Janiaczyk
Nota: la imagen corresponde al paisajista francés Jean Marc Janiaczyk
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