Hoy martes 03 de enero del 2012 salimos al centro de Lima, Cielo, mi hija de 17 años que acaba de culminar la secundaria y Joaquín mi menor hijo de solamente 7 años de edad. Las razones de nuestro viaje al Cercado de Lima eran diversas: Estudios, paseos, helado y alguna sorpresa que nos depare la Gran Lima.
Salimos de Villa El Salvador alrededor de las 2 de la tarde, el San Felipe siempre rápido y atemorizante nos dejo en acho, caminamos con dirección a la Av. Abancay (un rictus de mortificación se dibujaba automáticamente en mi rostro), llegamos relativamente rápido y salimos a la altura del Parque la Muralla, para ser más exacto en la comisaria o comandancia que se encuentra en plena avenida.
Nos ubicamos al costado de la comisaria, tenia sujetadas las manos de mis hijos e intentaba ubicar alguna línea de bus que me llevara a Plaza Grau, a los minutos me percato que ningún bus se dirigía a Plaza Grau y que en esa esquina no se detenía ninguno. Recién reparo y recuerdo haber leído y escuchado críticas durísimas en diferentes medios de comunicación sobre los cambios que se vienen efectuando en la Av. Abancay, y la defensa de la MML sobre estas medidas que según señalan tienen como objetivo mejorar las condiciones de esta tradicional y caótica avenida. Este paseo familiar se convierte también en la constatación in situ sobre los efectos o defectos de esta medida edilicia.
Antes de salir de casa, veía por internet el balance de gestión 2011 presentado por la Alcaldesa Susana Villarán, el evento se encontraba en el momento de las preguntas y es un periodista del diario Expreso que más que realizar una pregunta hace una afirmación, señalaba lo siguiente: “ a pesar de los esfuerzos realizados por su gestión por mejorar el caótico transporte urbano, las cosas no cambian, por ejemplo la av. Abancay sigue siendo un caos …”, no se que habrá respondido la alcaldesa porque en ese instante apague mi maquina a los gritos demandantes de mi hijo menor que me apuraba por salir de casa.
Bueno retomemos, estábamos en Abancay, a unos pasos me topo con un tipo que porta un chaleco amarillo, un Inspector de Transporte Público de la Municipalidad Metropolitana de Lima, le consulto donde se encuentra el paradero más cercano, y muy amable me responde y señala que el más próximo se encuentra a una cuadra.
Las dos primeras cuadras de Abancay están despejadas, señalizadas, limpia y principalmente un fluido tránsito vehicular, vamos bien me decía, pero el reto está más adelante, a la altura de Huallaga, Ucayali, Miro quesada y Cuzco. Grande fue mi sorpresa porque el orden que encontré al inicio de la av. Abancay se mantenía a los largo de toda ella, al menos hasta llegar a la Vía Expresa Grau. Es cierto que los inspectores redoblan esfuerzos para hacer respetar las señalizaciones y las nuevas reglas que rigen ahora esta zona.
Es interesante señalar que permanentemente te encuentras con personal de la Municipalidad de Lima que te provee información verbal e impresa que ayudan a reforzar lo que se pretende hacer con esta zona en lo que concierne a tráfico vehicular.
Mis hijos y yo atravesamos todo Abancay a pie, cosa inconcebible hace algunos meses atrás (en bus o a pie), particularmente yo lo disfrute, soy consciente que faltan ajustar cosas, que se tienen que redoblar esfuerzos en “las horas puntas”, pero principalmente creo en el rol que deben jugar los ciudadanos en esta tarea: Peatones, transportistas, ambulantes, etc, necesitan generar y/o contribuir en la construcción y afirmación de imaginarios culturales distintos en torno a este tema tan delicado y sensible.
Hoy salí contento de Abancay, no estoy exagerando (para los que recordamos y hemos recorrido Abancay por años sabemos a qué nos referimos). Cuando Villarán se equivoca es justo y estamos en nuestro pleno derecho de hacer la crítica respectiva con aderezo y todo, pero cuando tiene aciertos como este no se puede mal informar a los ciudadanos ni ser mezquino, es justo reconocer, apoyar y promover este tipo de esfuerzos que hacen que nuestra ciudad este más ordenada, limpia y segura.
Posdata: Un pedido de mis hijos para el sector privado, que alguien invierta en esta zona en una buena heladería.